Triste triste tigre

Hace un par de noches platicaba con mi amigo Pablo y entre tantas cosas que se dicen y se escriben, van palabras que son llaves para los espacios que dejo muchas veces olvidados, por la angustia que me hacen sentir. 

Él inicia: "¿cómo te han caído estos días (de lluvia)?" y le respondo: "me gustan los días grises, pero no tanta agua".  Agrega: "a mi también, a veces me pongo triste.  Se que lo estoy cuando no me dan ganas de salir y ver gente, cuando me encierro en mi casa, cuando duermo mucho".  Le digo: "estás describiendo mi semana".

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"Cabal" (2011) // baila Cecilia Dougherty

No me percato, salvo cuando el tiempo me abunda, que la tristeza es una acompañante permanente en este viaje.  Mi primer pareja me sugirió: "ocupate, para no estar pensando mierdas".   Y al estarlo, es impensable que no me entre un hartazgo posterior, una tendencia al letargo y el abandono de aquellas cosas importantes que voy acompañando a lo largo del año, al ser consciente de que pasan cosas a mi alrededor. Que en algunas puedo influenciar, que en otras no soy tan incendiario como quisiera, que en otras son torpe e incluso absurdo.

Este fue el primer año que no hice mi ritual de velas, como cada 1o. de enero a media noche.  Me ha servido para tener referencias (metafísicas pues), esperar e interpretar el año presente y prepararme para la mierda que caerá o algunas esencias positivas que sucederán.  Ni siquiera lo intenté.  Sabía que este año estaría saturado de palabras vacías y estériles por parte de quienes ejercen o desean un poder sobre las personas, en lo público o lo privado (digo, ¿quién no quiere ejercerlo por muy pequeño que sea ese espacio que se tenga?).  

Y es que muchos de mis ídolos terminaron macheteados.  Las contradicciones están siempre a la carta: voces femenistas que lograron coser mi boca, obstruir mis palabras e callar aquellas imágenes bellas.  

"Arma blanca"  // Acción de Carolina Pineda.

Ha sido el mejor momento para recordar lo triste que ha sido este año, ver los ojos de mi realidad y sus interminables ciclos eternos, coserle la boca y besar muchos labios.  Intentar buscar las fronteras de las sombras que se proyectan, para seguir consciente, ávido de luz.